viernes, 5 de agosto de 2011

El trompo

"Para bailar me pongo la capa.
Para bailar me la vuelvo a sacar,
porque no puedo bailar con la capa
y sin la capa no puedo bailar"






Aunque se tienen datos de la existencia del trompo desde los romanos, en nuestra civilización siempre ha estado presente formando parte de los juguetes prehispánicos. Hay hallazgos que documentan en América la existencia del trompo desde tiempos prehistóricos en Perú.
Un cuerpo en forma de pera envuelto por una cuerda que al tirar de ella velozmente hace girar al trompo sobre su eje.
Como dato curioso, mi padre que vivió su niñez a principios de los años treinta, solía contarnos que los niños mismos hacían sus trompos y les colocaban como punta un clavo. El clavo mientras mas puntiagudo era, mejor; pues cuando se jugaba en grupo y se echaban trucos o suertes, todos picoteaban con las puntas de sus trompos al del perdedor ¡Que castigo mas salvaje! dirá usted.
Pero me imaginó lo divertido que era para esos diablos de escuincles dejar el pobre trompo del oponente lleno de agujeros.
Hoy en día los trompos de madera se continúan vendiendo a lo largo y ancho de México, sobre todo en los mercados populares y de artesanías, aunque inevitablemente, del tiempo y del plástico no se escapa nadie. De china, de E.U, ¿y por que no decirlo? de nuestras propias fabricas de juguetes en masa, nos han ido inundando con trompos que se iluminan y hacen ruidos novedosos al girar. Los hay incluso con punta de neopreno para evitar accidentes, y ya hay una cosita que evita que uno tenga que envolver el trompo de manera manual. Pregùntome yo, ¿verdaderamente al buscar hacernos las cosas mas sencillas, les permitimos seguir siendo igual de placenteras? 

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